ELOGIO A LA LOCURA

Un loco camina calato por las calles sin pensar en el qué dirán, en la erisipela, los gritos de inocencia del chino, el perdón divino que clama la ex fiscal de la nación, el último éxito de Los Caribeños, la última pataleta de un blogger escribiente o los trillones de gas de Camisea. El loco sólo piensa (momentáneamente, como en un flash back alucinado), en qué almorzará hoy mientras está de pie frente a una tienda de electrodomésticos, y una pantalla gigante de plasma muestra a un Gastón Acurio hablando del chinguirito más rico del norte, del sur, del todo el Perú, diciendo que este país es el paraíso, de los locos, piensa el loco, claro, que todos los demás, aquellos que lo miran de costado o tapándose la nariz, son los anormales. De pronto pasa una loca y lo mira con cierto desdén (los locos no saben lo que es esto realmente pero es la única forma de describirlo) y entonces el loco siente cierto temblor en el cuerpo: la loca está calata, igual que él, pero eso no es lo que lo turba, sino la forma en que lo ha mirado, observado es la palabra correcta, y en esa observación el loco se ha descubierto desnudo por vez primera (lo cual es u más complicado de explicar), en todo caso se sintió vulnerable, no a un cuerpo, a un tocamiento, una invasión táctil, sino a una mirada, algo que no puede tocar o medir, pero que sí puede sentir, en sus ojos, en su cabello, en su piel. Entonces decide caminar hacia la loca dejando a Gastón hablando del chinguirito más rico del norte, del sur, de todo el Perú (al loco qué le importa si ni siquiera sabe qué rayos es el norte, el sur, todo el Perú), y estira su mano, desnuda también, hacia la loca, que, consternada (o lo más cercano a ello) le devuelve el gesto pensando quizá en que este le entregará una naranja a medio aplastar o un resto de líquido hallado en algún vaso, aunque venga sin su limón su piña y canelita, pero no recibe nada de eso: encuentra algo más, algo que la pone a pensar por algunos segundos. Razona entonces: loco calato mano dedos búsqueda encuentro mis dedos mi mano mi ser mi locura… a veces no hay tiempo para más, a veces, como ahora, la razón es un espejo en la mente del ser más delirante: la loca, el loco, él, tú… o yo.

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