El amor... el amor...

El amor le llega a todo el mundo en algún momento: Adán encontró a Eva sin apellido, Hitler a Eva con apellido, Paris encontró a Helena, Harry encontró a Sally, Tom Sawyer a Becky Tacher y hasta Laura Bozzo encontró al pobre Christian. Así, la lista es interminable, porque cada uno encontró y vivió su propia historia de amor o desamor (eso jamás se sabrá). Y a pesar de que el 14 de febrero ya pasó, creo que nunca es tarde para escribir sobre el asunto este de cupido lanzando flechas a diestra y siniestra, uniendo a rotos con descosidos, creando ese ambiente de eterna dicha. Lo digo con algo de envidia, cierto, pues hace tiempo ando dando saltos de aquí para allá evitando cruzarme con alguna de esas flechas, más por miedo que por otra cosa, pero uno que anda siempre escribiendo y pensando, termina cediendo a ciertas nostalgias y sentimientos, como cuando se ve el amanecer desde un nevado o el atardecer desde cualquier lugar. Uno siempre se da un tiempo, sin querer queriendo, para sentirse así. Revisando algunos textos que guardo con mucho cariño, encontré uno de Julio Cortázar y recordé haberlo visto en la red. Grata sorpresa encontrar a la voz de Julio leyéndolo en perfecta entonación. Y entonces uno se pone a pensar en que evitar lo inevitable es una tontería, una pérdida de tiempo, que el amor debe (tiene) que llegar y encontrarnos de la mejor forma posible: dispuestos a correr el riesgo y llegar hasta las últimas, y que no importa si caemos una o mil veces: la cosa es sentir, al final de la carrera, que se vivió al máximo ese amor… sí, lo sé, me pongo cursi, pero qué importa… este es el mes del amor.

Comentarios

patricia dijo…
tu estilo realmente es encantador,escritor y poeta que enamora eso eres tu.

felicidades y muchos exitos.

Entradas populares