Cuando soñé ser la chica "10"

En 1980 la fiebre desatada con "La guerra de las galaxias" llegó a mi casa en forma de espada láser (aquellas importadas que traía algún pariente desde Estados Unidos), y los muñecos de cuatro o cinco personajes que casi no recuerdo (cosa curiosa porque nadie olvida Star Wars). Lo que sí no olvido es que esa espada, que fue mi deseo más anhelado, mi grito guerrero de niño herido en la sala de juguetes de Sears, y que mi padre encargó en repetidas ocasiones, fue hecha a un lado en 24 horas cuando, por casualidad, descubrí al bailarín Mijail Baryshnikov y a Nadia Comaneci, la mejor gimnasta de la historia.
Y entonces "La guerra de las galaxias" fue un chancay de a cinco cuando mi padre me pescó ensayando algunos pasitos, porque, la verdad, hay tres cosas que un niño no puede soñar con ser: bailarín de ballet, coreógrafo y gimnasta artístico (y encima peruano). Pero cómo evitarlo cuando uno ve, con ojos maravillados, el tremendo espectáculo que era Baryshnikov deslizándose por el escenario, construyendo figuras con su cuerpo, tallado en músculos rígidos y armónicos (algo que nunca tendré, lo confirmo cada vez que me veo la panza), danzando algún tema clásico. Lo de coreógrafo fue descartado por el sicólogo -ya imaginan por dónde iba la cosa-, pero lo que sí no se pudo evitar fue la gimnasia. CONTINUAR LEYENDO AQUÍ

Comentarios

Anónimo dijo…
excelente artículo; en esos años, a todos nos enseñaban además que los rusos eran los malos de la película, los que planeaban conquistar el mundo; a su vez, aparecían estos genios que solo podían crear hermosuras, contradicción que no me podía explicar de niño.

Entradas populares