Estatuas, de Cristian Crusat

Dice el texto de presentación:
¿Por qué los protagonistas de estos cuentos -un niño que insensiblemente se transforma en genio marino, un profesor de literatura que descubre algo que podría definirse como "la intrínseca maldad del mundo", un borracho que rememora una fantasmal galería de mujeres- son seres tan vulgares, con tan escasa vida interior? ¿Por qué el narrador los observa, sin embargo, con tanto humor y ternura? ¿Y cuál es el sentido de esa revelación llena de belleza negativa a la que suele conducirlos, de ese destino a veces atroz, a veces sólo amargo o irónico? La respuesta a estas cuestiones compete sólo al lector. No obstante, quizá sea conveniente recordar aquellas palabras de Jakob von Gunten: "Carecer de algo también tiene fragancia y energía".


Conocí a Crusat cuando el Centro Cultural de España lo invitó, no hace mucho, a realizar un taller para escritores jóvenes (él mismo es un escritor joven, ojo, tiene 24 años, si mal no recuerdo) y un par de conferencias. Luego de conversar mucho pude acceder al libro que traía bajo el brazo: Estatuas, editado por la casa española pre-textos y considerado como el mejor libro de cuentos de 2006, lo cuál acentuó más el interés en leerlo y pronto. El volumen incluye 13 cuentos de diversa factura a nivel de lenguaje, pero he aquí quizá su mayor fuerza, en ese mismo juego. En Los deseos, su precio, el personaje es un niño que contiene la respiración bajo el agua para poder ganar apuestas y así comprarse una consola de videojuegos. La vuelta de tuerca hacia el cuento fantástico aparece como un golpe certero al lector casi al final del breve cuento. En Mando Pereda quiere despertar el personaje principal anhela su día de furia tras un despido inesperado. La prosa de Crusat es limpia, directa, como sus historias, incluso en el cuento que da nombre al título podemos notar que hay algo en común en todos sus textos: sus personajes tienen un vacío existencial que pretenden llenar fallidamente, se pierden en sus búsquedas personales y sus anhelos son tan simples que se convierten en inalcanzables de lo simples que son. Quizá el cuento más "raro" de la colección sea Matasellos, donde el juego intertextual hace referencia a escritores como Saramago, peatones, amigos cercanos y al mismo Crusat. Definitivamente estamos frente a un libro interesante, que deja al lector con esa sensación de que el golpe dolió pero faltó algo, esa pizca de sal que todos esperamos al final de cada lectura. Con todo, es un buen libro, que augura producciones más ambiciosas en el futuro.

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