"CONTARLO TODO" / Jeremías Gamboa: el héroe indiscreto
Jeremías Gamboa. Foto: El comercio
Contarlo
todo/Novela
Jeremías
Gamboa
Literatura
Mondadori, 2013. 507 pp.
Precedida de
un aparato publicitario impresionante, esta primera novela de Jeremías Gamboa
empezó a generar comentarios mucho antes de su publicación (cosa curiosa: cómo
comentar lo que no existe, para bien o para mal), y ha logrado su objetivo:
generar lectores, y, como no, muchos detractores.
Presentada como
una de las publicaciones más esperadas del año en la Feria Internacional del
Libro de Guadalajara por los directores editoriales de Mondadori de varios
países de habla hispana, y de la mano de la agencia literaria de la mítica
Carmen Balcells, Jeremías Gamboa es parte de su novela personal y ha conseguido
lo que muchos solo en sueños (y algunos ni en ellos) anhelan alcanzar: la
internacionalización de su obra y el respaldo literario de un Premio Nobel de
Literatura. Pero esto es lo externo, es decir, lo que no tiene que ver con la
obra en sí, porque la novela es una historia aparte.
“Contarlo
todo” inicia desde el final, es decir, desde ese lugar de “realización”
(entendido como la meta alcanzada) que ha conseguido el personaje narrador,
Gabriel Lisboa, álter ego del autor. Novela de aprendizaje que ha puesto todo
el talento en la narración de la historia antes que en la estructura de la
misma (es una historia lineal), nos presenta a un Lisboa cuyo destino está
trazado, en apariencia, por un azar luminoso que lo va poniendo a prueba
constantemente y que lo enfrenta consigo mismo y sus temores y resentimientos
más íntimos. Hijo de padres separados y entregado por su madre quechua hablante
a unos tíos que lo tratan y aman como si fuera hijo suyo, la vida de Gabriel
Lisboa transcurre en el popular distrito de Santa Anita, y es desde esa
realidad emergente y marginal que logra ingresar a una de las universidades más
elitistas y caras de Lima en condición de becario, y que para mantener dicha
condición, debe sacrificar la vida “normal” que desarrollan sus compañeros universitarios,
buscando trabajos que le aseguren no solo la subsistencia sino también la
posibilidad de devolver el crédito que le ha sido concedido por su educación. Y
este nuevo escenario se torna más agresivo toda vez que, inicialmente, Lisboa
tiene como primera casa de estudios a la Universidad de San Marcos de 1992: “Apenas
llegué al campus de mi flamante universidad sentí una sensación de frío en el
espinazo. Distribuidas en una serie de tristes edificios que representaban las
carreras a las que habíamos ingresado, separadas por campos de tierra apenas
puntuados por hierbajos, las paredes de la Ciudad Universitaria, que era como
la llamaban, lucían todas inscripciones violentas en las que un pulso agresivo
llamaba a todos a emprender la lucha popular y la guerra de guerrillas contra
el Estado peruano”. Es sencillo entonces comprender el shock que en Lisboa
significó el cambiar tan radicalmente de escenario.
He aquí su
primera batalla personal: luchar contra un medio universitario al que, en
definitiva, no pertenece, y que además se lo enrostra en silencio en cada acto,
en cada gesto y en cada lugar donde sus carencias económicas duelen. Y sin
embargo es la vida misma la que se encarga de ir forjando su carácter, huraño
al principio, ajeno a la realidad económica y de gollerías de los demás, refugiado
en un taller de narrativa donde comparte carpeta con varios personajes que van madurando
y transformándose a lo largo de la novela, estableciendo sus primeros lazos
amicales basados en un gusto en común: la creación literaria.
Pero “Contarlo
todo” es también una historia de la educación sentimental, la de Lisboa, por
supuesto, y en este aspecto Gamboa ha conseguido algo que el lector agradece:
ha perfilado situaciones en las que la ternura y el amor sobrepasan a sus propios
personajes logrando algunas escenas memorables, por ejemplo, la relación con
Emilio, su tío, a quien considera (más bien, a quien quisiera que fuera) su
padre (padre a quien quisiera golpear capítulos más adelante para demostrarle
que no lo necesita, que nunca lo necesitó: pero no es así. Ese vacío es,
secretamente, uno de los motores que lo va estimulando). Y esta ternura también
se ve representada en la forma en que va estableciendo lazos con los personajes
que van apareciendo en su vida profesional y amical: Montero, Francisco De
Rivera, Saúl Vegas, Ramírez Zavala, Spanton, Cecilia, Claudia, Fernanda… Todos
los personajes llegan a la vida de Lisboa, lo enriquecen, lo “maduran” (en el
dolor y la alegría) y lo convierten en el escritor que, desde el saque, ya
sabemos que logrará ser.
Cada
capítulo cuenta una parte de todo el proceso que conlleva al resultado final, y
así vamos acompañando a Lisboa desde la universidad a la redacción de un diario
(El Comercio) y los suplementos por los que transita, hasta llegar a formar
parte del equipo de redacción de “la revista más leída de país”, y es aquí,
durante esta parte de su aprendizaje que descubre una Lima oscura y sórdida, de
putas, drogadictos, asaltantes, criminales, políticos, y también el otro lado,
el frívolo, que se preocupa de las tendencias en la moda, por ejemplo, y el
mundo fashion. Todo este mundo es, a todas luces, parte de la vida misma del
autor, que se transforma junto a su personaje en un héroe indiscreto, que va
urdiendo su trama con elementos fácilmente reconocibles. Y el punto de quiebre
de toda la novela es la renuncia de Lisboa al periodismo para dedicarse a
escribir la gran novela que no puede volcar, finalmente, en la página en
blanco, y es este precisamente el eje sobre el que gira toda esta búsqueda
personal: ¿para qué renunciar a una estabilidad asegurada y lanzarse al abismo
de lo desconocido sin más herramientas que una voluntad de la cual se duda en
todo instante? ¿Es acaso que la renuncia (que funciona también como una alegoría
de la lucha que significa el avatar de la creación) es un requisito para poder
encontrar el detonante tan esperado? No, no lo es: la respuesta aparece donde Lisboa
menos lo esperaba.
Escrita con
un lenguaje claro y directo, sin preciosismos ni adornos innecesarios, “Contarlo
todo” es una buena primera novela, qué duda cabe, pero dista mucho de la
exagerada comparación con el nacimiento de un “nuevo boom”, que, a todas luces,
responde más a una estrategia de marketing publicitario y a la consolidación de
un nuevo mercado en tiempos de crisis, pero esto último, como señalé al inicio,
es otra historia.
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