Murió Pedro Lemebel, la yegua del apocalipsis.

Pedro Lemebel (Chile, 1952-2015)

…Mi hombría fue morderme las burlas 
Comer rabia para no matar a todo el mundo 
Mi hombría es aceptarme diferente 
Ser cobarde es mucho más duro 
Yo no pongo la otra mejilla 
Pongo el culo compañero 
Y ésa es mi venganza…


No puedo decir (como tanta gente ahora en el facebook), que "conocí" a Pedro Lemebel. Lo ubicaba por sus crónicas, sus intervenciones artísticas, por su fama de marica indómito y por la anécdota aquella de cuando estuvo hospedado en el Hotel Bolívar y le preguntaron qué se le ofrecía para almorzar. Lemebel salió al balcón de su habitación, observó la plaza San Martín (donde suelen prostituirse algunos jóvenes, varios de ellos reclutas del ejército) y le indicó al mozo: "tráeme a ese de allá, y a ese de allá". Me imagino la escena, el rostro desencajado del mozo (o tal vez no) y es inevitable la carcajada, como las que él compartió cuando presentó su último libro en la FIL Lima al lado de Beto Ortíz (creo que en 2010) y leyó un extenso poema-manifiesto donde había recopilado todas las formas de decir "marica" en muchas partes del mundo. La complicidad con la platea fue intensa e inolvidable. Sin embargo mi recuerdo va por otro lado: una tarde de noviembre (¿o diciembre?) de 2012, en uno de los apretados baños de la FIL Guadalajara en México, escuché a alguien tarareando un vals de Los Kipus, canción conocida, decía -al menos la parte que escuché cantar- Yo perdi el corazón, pero no me arrepiento / porque pasé a sentir, cosas que ya no siento / porque me regalaste, poco a poco tu olvido / yo nunca me arrepiento, el haberte querido... Luego salimos, casi al mismo tiempo, a los lavabos frente a un enorme espejo donde lo vi, con su pañoleta en la cabeza, sumamente delgado, blue jeans, un polo verde y esos zapatos de botín. Lo saludé y me devolvió el saludo con una voz metálica, ya entonces estaba mal y el breve discurso-lectura que dio luego para los asistentes y la prensa en Guadalajara fue largamente aplaudido. "Conversamos" es decir mucho, cruzamos algunas palabras, le pregunté un par de cosas y luego se fue, como un cometa, a la sala donde se dio la anécdota que acabo de contar. Cosa curiosa, yo no llegué a entrar porque la cola era gigantesca, pero un amigo editor logró colarse y escucharlo de cerca. Yo me quedé en la puerta (la historia de mi vida) aguzando el oído para sonreír cada cierto tiempo...

Pedro Lemebel en la FIL Guadalajara (Foto: El Universal)

Las letras latinoamericanas están de luto. Esta madrugada, a las 2:00 a.m. falleció el escritor y artista chileno Pedro Lemebel, víctima de un cáncer a la laringe que lo aquejó durante varios años. “La vida me dio fama, fortuna, casi belleza… la vida me va a quedar debiendo esa parte: el amor” dijo alguna vez en una entrevista que le hicieron en Lima. Según informó su vocero y amigo, Aldo Perán, Lemebel murió rodeado de sus seres queridos y amigos en la Fundación Arturo López Pérez, en Santiago.

Pedro Lemebel fue uno de los escritores más importantes que ha entregado Chile durante el siglo pasado, que utilizó varias plataformas artísticas para expresar su voz. En 2006 obtuvo el Premio Anna Seghers  y en 2013 el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso, por “su proyecto creador, de gran riesgo, se sostiene sobre una voz plenamente contemporánea que da cabida a muy diversos registros y soportes: fotografía, instalación, videoarte, performance, novela, y con una especial contribución en la crónica literaria actual”. Su trabajo como artista plástico ha sido expuesto en Nueva York, Sao Paolo, Buenos Aires, Madrid, entre otros. Fue nominado en seis ocasiones al premio Altazor (Chile), y en 2014 fue postulado para el Premio Nacional de Literatura.

En 1987, junto a Francisco Casas, fundó el colectivo de Artes “Las Yeguas del Apocalipsis”, cuyas intervenciones, que abogaban por el rescate de la memoria, el cuerpo homosexual, la recuperación de la democracia y la libertad de expresión, marcaron un hito en la escena artística chilena. En 1995 Lemebel publicó “La esquina es mi corazón”, su primera recopilación de crónicas urbanas, a las que luego se sumaron “Loco afán: Crónicas de sidario” (1996), “De perlas y cicatrices” (1998), “Zanjón de la Aguada” (2003), “Adiós mariquita linda” (2004), “Serenata Cafiola” (2008), “Háblame de amores” (2012) y la antología “Poco Hombre” (2013). En 2001 publicó su “única” novela “Tengo Miedo Torero”. Inevitable citar un fragmento del texto que Roberto Bolaño escribió sobre él: “…Leyendo sus libros,y tras leerlos, con emoción, con risas, con escalofríos, lo llamé por teléfono y hablamos durante mucho rato, una larga conversación de aullidos de oro,en donde reconocí en Lemebel el espíritu indomable del poeta mexicano Mario Santiago, muerto, y las relampagueantes imágenes de La Araucana,muerta, arrinconada, pero que Lemebel hacía vivir otra vez, y entonces supe que ese escritor marica, mi héroe, podía estar en el bando de los perdedores pero que la victoria, la triste victoria que ofrece la Literatura (así, con mayúsculas),sin duda era suya. Cuando todos los que lo han ninguneado estén perdidos en el albañal o en la nada, Pedro Lemebel será aún una estrella”. Las letras latinoamericanas están de luto.

Dos grandes: Roberto Bolaño y Pedro Lemebel

“Travestido, militante, tercermundista, anarquista, mapuche de adopción, vilipendiado por un establishment que no soporta sus palabras certeras, memorioso hasta las lágrimas, no hay campo de batalla en donde Lemebel, fragilísimo, no haya combatido y perdido. Para mí Lemebel es uno de los mejores escritores de Chile y el mejor poeta de mi generación, aunque no escriba poesía. Lemebel es de los pocos que no buscan la respetabilidad (esa respetabilidad por la que los escritores chilenos pierden el culo) sino la libertad. Sus colegas, la horda de mediocres procedente de la derecha y de la izquierda, lo miran por encima del hombro y procuran sonreír. No es el primer homosexual, válgame Dios, del Parnaso chileno, lleno de locas en los armarios, pero es el primer travesti que sube al escenario, solo, iluminado por todos los focos, y que se pone a hablar ante un público literalmente estupefacto”. – Roberto Bolaño –

Manifiesto (Hablo por mi diferencia)

No soy Pasolini pidiendo explicaciones
No soy Ginsberg expulsado de Cuba
No soy un marica disfrazado de poeta
No necesito disfraz
Aquí está mi cara
Hablo por mi diferencia
Defiendo lo que soy
Y no soy tan raro
Me apesta la injusticia
Y sospecho de esta cueca democrática
Pero no me hable del proletariado
Porque ser pobre y maricón es peor
Hay que ser ácido para soportarlo
Es darle un rodeo a los machitos de la esquina
Es un padre que te odia
Porque al hijo se le dobla la patita
Es tener una madre de manos tajeadas por el cloro
Envejecidas de limpieza
Acunándote de enfermo
Por malas costumbres
Por mala suerte
Como la dictadura
Peor que la dictadura
Porque la dictadura pasa
Y viene la democracia
Y detrasito el socialismo
¿Y entonces?
¿Qué harán con nosotros compañero?
¿Nos amarrarán de las trenzas en fardos
con destino a un sidario cubano?
Nos meterán en algún tren de ninguna parte
Como en el barco del general Ibáñez
Donde aprendimos a nadar
Pero ninguno llegó a la costa
Por eso Valparaíso apagó sus luces rojas
Por eso las casas de caramba
Le brindaron una lágrima negra
A los colizas comidos por las jaibas
Ese año que la Comisión de Derechos Humanos
no recuerda
Por eso compañero le pregunto
¿Existe aún el tren siberiano
de la propaganda reaccionaria?
Ese tren que pasa por sus pupilas
Cuando mi voz se pone demasiado dulce
¿Y usted?
¿Qué hará con ese recuerdo de niños
Pajeándonos y otras cosas
En las vacaciones de Cartagena?
¿El futuro será en blanco y negro?
¿El tiempo en noche y día laboral
sin ambigüedades?
¿No habrá un maricón en alguna esquina
desequilibrando el futuro de su hombre nuevo?
¿Van a dejarnos bordar de pájaros
las banderas de la patria libre?
El fusil se lo dejo a usted
Que tiene la sangre fría
Y no es miedo
El miedo se me fue pasando
De atajar cuchillos
En los sótanos sexuales donde anduve
Y no se sienta agredido
Si le hablo de estas cosas
Y le miro el bulto
No soy hipócrita
¿Acaso las tetas de una mujer
no lo hacen bajar la vista?
¿No cree usted
que solos en la sierra
algo se nos iba a ocurrir?
Aunque después me odie
Por corromper su moral revolucionaria
¿Tiene miedo que se homosexualice la vida?
Y no hablo de meterlo y sacarlo
Y sacarlo y meterlo solamente
Hablo de ternura compañero
Usted no sabe
Cómo cuesta encontrar el amor
En estas condiciones
Usted no sabe
Qué es cargar con esta lepra
La gente guarda las distancias
La gente comprende y dice:
Es marica pero escribe bien
Es marica pero es buen amigo
Súper-buena-onda
Yo no soy buena onda
Yo acepto al mundo
Sin pedirle esa buena onda
Pero igual se ríen
Tengo cicatrices de risas en la espalda
Usted cree que pienso con el poto
Y que al primer parrillazo de la CNI
Lo iba a soltar todo
No sabe que la hombría
Nunca la aprendí en los cuarteles
Mi hombría me la enseñó la noche
Detrás de un poste
Esa hombría de la que usted se jacta
Se la metieron en el regimiento
Un milico asesino
De esos que aún están en el poder
Mi hombría no la recibí del partido
Porque me rechazaron con risitas
Muchas veces
Mi hombría la aprendí participando
En la dura de esos años
Y se rieron de mi voz amariconada
Gritando: Y va a caer, y va a caer
Y aunque usted grita como hombre
No ha conseguido que se vaya
Mi hombría fue la mordaza
No fue ir al estadio
Y agarrarme a combos por el Colo Colo
El fútbol es otra homosexualidad tapada
Como el box, la política y el vino
Mi hombría fue morderme las burlas
Comer rabia para no matar a todo el mundo
Mi hombría es aceptarme diferente
Ser cobarde es mucho más duro
Yo no pongo la otra mejilla
Pongo el culo compañero
Y ésa es mi venganza
Mi hombría espera paciente
Que los machos se hagan viejos
Porque a esta altura del partido
La izquierda tranza su culo lacio
En el parlamento
Mi hombría fue difícil
Por eso a este tren no me subo
Sin saber dónde va
Yo no voy a cambiar por el marxismo
Que me rechazó tantas veces
No necesito cambiar
Soy más subversivo que usted
No voy a cambiar solamente
Porque los pobres y los ricos
A otro perro con ese hueso
Tampoco porque el capitalismo es injusto
En Nueva York los maricas se besan en la calle
Pero esa parte se la dejo a usted
Que tanto le interesa
Que la revolución no se pudra del todo
A usted le doy este mensaje
Y no es por mí
Yo estoy viejo
Y su utopía es para las generaciones futuras
Hay tantos niños que van a nacer
Con una alíta rota
Y yo quiero que vuelen compañero
Que su revolución
Les dé un pedazo de cielo rojo
Para que puedan volar.

*** Texto leído en un acto político de izquierda en septiembre de 1986, en Santiago de Chile.



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