James - She's A Star [Live] (Sub. Español)



Hay recuerdos que a uno, definitivamente, lo marcan. Allá en los lejanos años noventa (hace más de una década), yo era un cachimbo tonto que creía que simplemente por ser de San Marcos iba a cambiar el mundo. Ah, tonto yo, habría de descubrir que uno tiene que reventarse el corazón, el hígado y la ilusión para poder entender que el mundo no es una serie de cable, sino una sucesión de eventos que te llevan de la mano por los lados más inesperados, más increíbles, más desalentadores y más esperanzadores que pudieras imaginar. Mis amores primeros se casaron, mi amigo murió de sida desangrado sobre su cama, quien pensaba sería el mejor arqueólogo del Perú terminó enriquecido con su flota de taxis, la mujer que quise con todo mi corazón terminó odiándome tanto como yo a ella, mis amigos envejecieron, visité a un par en una clínica de desintoxicación, a otro lo encontré entrando a alcólicos anónimos, mientras sus padres agachaban la cabeza, cantamos a rabiar un millón de veces, fuimos jóvenes y hermosos, fumamos hierba (que a mí me cae recontra mal) los vi saltar, reir, llorar, saltar otra vez, correr por la avenida venezuela cantanto una de twisted sister, y hoy, ayer para ser exactos, James hizo lo que mi mayor voluntad jamás había hecho: darme cuenta que han pasado 20 años, que el tiempo se nos fue, que estamos cada uno en lo suyo, que somos felices "a pesar nuestro", que cada quien hizo lo que pudo... que cada quien busco su pequeña estrella para sonreir... Yo, mis amigos lo saben, fastidiaba a una hermosa chica allá por los noventas, una chica de otra facultad que no me conocía, que me sonreía, que era pura sonrisas. Tuvieron que pasar 15 años para volver a encontrarla, para volver a escuchar su risa llenar mi vida, para llamarla a mitad del concierto y cantarle: tú eres mi estrella. Regresar por la javier prado anoche no fue un retorno cualquiera, fue volver otra vez de 20 años, con la media conrisa en la cara, cantando a toda voz con mi amigo escritor (también noventero) comprender que anoche no teníamos 36 años, que teníamos eternos 20, que volvimos atrás, que crecimos, pero que algo quedó anclado en aquellas noches perdidas de la avenida larco, donde juntar cinco soles con la novia para compartir unas papas fritas era la mejor maravilla del mundo. Donde leer poesía a las 3 de la mañana en la bajada balta y meterse al mar desnudo luego era no un acto estúpido ni loco: era algo que, como una cicatriz que te roba una sonrisa, volvería a recordar, 20 años después. Y aquí estoy, porque sé que también, en cualquier oscuridad, y de cualquier manera, para alguien también soy una estrella.

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