El Führer, mi abuelo, el tenis y yo

Foto: Adolfo Hitler felicitando a von Cramm luego de una de sus victorias.
Cuando era muchacho, mi abuelo solía contarnos muchas historias sobre deportistas famosos, seres sorprendentes que al último segundo ganaban un punto, noqueaban al retador, metían un gol de arco a arco o ganaban un set de guerra.
Una de las historias que más recuerdo es la de Gottfried von Cramm (nombre que asocié siempre con las galletas Cream Cracker), quien —según mi abuelo— fue el mejor jugador de tenis en la Alemania de los años 30, un deportista que se negó a ser utilizado por los nazis. En la final de 1937 de Wimbledon, momentos antes de comenzar la competición, Hitler lo llamó personalmente para ordenarle que ganara el torneo para Alemania (mi abuelo se ponía de pie, estiraba el brazo derecho hacia el cielo y, con una chapita de Royal Crown sobre los labios, imitaba la orden mientras nosotros nos revolcábamos de risa). Pues bien, resulta que Von Cramm tenía tal llegada con el público, que era la figura perfecta para hacer apología del nacionalsocialismo (de pronto acabo de imaginar a Kina Malpartida intentando ser convencida por algún grupo político para que, guantes naranjas en alto, apoye alguna campaña presidencial, ¡ja!); sin embargo, Gottfried se negó en todo momento a colaborar con el régimen, lo que le valió su encarcelamiento en 1938 a manos de la Gestapo, bajo la acusación de ser homosexual. Fue entonces que 25 de los deportistas más destacados de Estados Unidos suscribieron una carta de protesta dirigida al mismo Führer, en la que se pedía la libertad de Gottfried, quien fue liberado finalmente en mayo de 1939. CONTINUAR LEYENDO AQUI
Texto aparecido en el suplemento Deporte Total del diario El comercio

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