Miseria (s)

Ya cruzó los 40 años, le gustan los escritores (buenos y/o malos, ella solo cree que los colecciona), compra sus libros compulsivamente y quiere dictarles el final de la siguiente novela, de la siguiente historia, les propone la mejor trama de sus vidas, el éxito perfecto, el final soñado. Su vida sentimental (la de ella) ha sido un fracaso, por eso se desquita con quienes lo hacen feliz, les vende mentiras, intenta confundirlos. Envía mensajes anónimos a diestra y siniestra, se hace pasar por hombre, por man, por mujer, por la abanderada de la verdad, intenta manipular sin suerte con sus mensajes, intenta desestabilizar a quienes quieren salvar a la víctima. Atrapa al escritor por fin, lo ata a la cama, lo ha recogido luego de un severo accidente (metáfora o no es parte de su locura, de su bipolaridad), ella sólo quiere tener por fin algo importante en su vida, ser parte de algo grande, ser parte de algo tan sólo. Su conocimiento se basa en lo que encuentra en la biblioteca británica o en cosas que lee al paso, frases célebres, tal vez el crucigrama, pero se sabe todo lo referente a su escritor favorito y trata de aislarlo para, una vez en soledad, intentar devorarlo, plantearle un ambiente “idóneo” para que escriba “la gran obra”, le compra papel, coloca la máquina de escribir delante suyo, le da sopa caliente en cucharadas humeantes para revitalizarlo, ya se olvidó del daño, ella solo quiere ser parte de esa historia. Cuando por fin el escritor sana, coge fuerzas y está listo para irse, para largarse de una vez de aquella mirada desquiciada, la ve venir con una maza y con toda su amargura ella le quiebra las piernas.

No quiere dejarlo ir, él aún no termina su gran novela. El papel sigue amontonado en la mesa, él le ofrece un trato, dos tratos, tres tratos, pero ella solo quiere intentar dominar el mundo del escritor, manipularlo, enloquecerlo, desquiciarlo, abatirlo, a él y a su entorno. Alguien va en búsqueda del escritor pues los indicios apuntan a que ella es la responsable de todo, pero al entrar a la casa ella lo asesina. Así como va asesinándose a sí misma con cada negativa, con cada acto, con cada mensaje, con cada palabra, con su propia imagen. La asalta de pronto la risa desquiciada, sus pupilas se dilatan, cree que tiene todo bajo control, el mundo se convierte en un torbellino, el escritor ya no está en la cama maniatado, ha cogido la escopeta, ella le dice la verdad, a él ya no le importa nada. Le apunta a la cabeza y le descerraja un tiro. Tremendo guión el de Stephen King y William Goldman, tremenda también la actuación de James Caan y Kathy Bates (Oscar y Globo de Oro a la mejor actriz en 1991). Muy recomendable, sobre todo en tiempos de entusiastas anónimos y stockers desenfrenad@s.
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