Delito por bailar el cha cha chá - Guillermo Cabrera Infante

No hay arte sin etiqueta y la etiqueta ahora es minimalista. Pero no se trata del minimalismo musical: esa música repetitiva a la que da sentido (pero no dirección) su infinita repetición que es una fascinación. Este minimalismo es musicalmente un ostinato.o sea, la repetición de una serie aparentemente inconclusa de sonidos idénticos que parecen diversos porque la memoria musical olvida. Son sonoridades encantatorias.
La literatura repetitiva trata de resolver la contradicción entre progresión y regresión al repetir la narración más de una vez. Se trata de un juego de narraciones que quiere superar la contradicción entre realidad y ficción. Los fragmentos son autónomos y de igual valor, pero el autor se reserva el derecho de ejercer un cierto determinismo narrativo. Las cosas no son, suceden, pero en literatura autoridad viene de autor. Debo mencionar aquí a Frank Domínguez, tal vez el músico popular cubano más sofisticado de los años cincuenta. Pero en el bolero profundo la soledad es sólo una dudosa compañía. Así, el sentimiento mayor que producen los boleros no es el amor sino el amor al recuerdo del amor, a la nostalgia.
Y este libro los tres cuentos que lo componen están hechos de recuerdos, teniendo al bolero como hilo conductor. Una misma historia contada desde tres ópticas distintas, y aunque no logra alcanzar los picos narrativos que Cabrera llega a tener en Tres Tristes Tigres, es un planteamiento interesante sobre las posibilidades que nos puede ofrecer la narrativa exploratoria.


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