Apuntes en bicicleta


Para quienes vivimos en Lima, acostumbrados como hemos estado a Fenómenos del Niño que nos dejaron un par de años sin verano, o que extendieron los inviernos más de lo debido, y para quienes caminamos siempre bajo el sempiterno cielo gris de Lima, la horrible (más horrible con la alcaldesa que tenemos ahora), despertar con el sol brillando a través de las ventanas es una de las mayores alegrías del día. Ni hablar. Ayer comprobé una vez más que la gente anda más activa cuando hay sol: las calles están repletas de chiquillos en skates o bicicletas dando saltos o haciendo piruetas; los del club de parapente tienen más gente a la que pasear (aunque estén todos bajo una carpa para que no les de una erisipela brutal), las parejas se pasean por la parte alta de la playa, el sonido de la corneta de los heladeros anuncia que por fin, ahora sí, arrancó el verano; hay más gente en los parques, es época de vacaciones para los escolares que ahora corren tras la pelota o trepan a los árboles, o andan con las noviecitas caminando tímidamente por calles llenas de arbustos y jardines. Termino de comer mi helado de chicha morada (básico al andar en bicicleta con este calor), doy una mirada hasta donde alcanza mi vista: el mar bañado de esas chispas que son el reflejo del sol al atardecer sobre las olas que va y vienen arrastrando manchas triangulares (que son los tablistas vistos desde la parte alta de la playa), las parejas que se abrazan mirando el cielo o qué sé yo, ahí, cerca del borde del acantilado, alguien que se tira sobre el pasto y coloca una polera sobre la bicicleta para que no le de el sol mientras lee algún libro, alguien que pasea un perro que anda tan alegre como medio mundo bajo el sol. Suena alguna canción en los audífonos, ya se terminó el helado, sonrío. Una chica en patines que viene en sentido contrario me sonríe, pasa por mi lado y entorna la mirada, le sonrío también, pienso en dar la vuelta y darle alcance, conversar, pero es hora de volver a casa. Suena "Something" en una versión de McCartney y Clapton en los audífonos. Gira en sus patines, me vuelve a mirar y hace una mueca, tiene linda sonrisa, lindas piernas. La veo alejarse. Definitivamente las cosas buenas no se irán, es uno el que se va.


PD: cómo extraño mi camarita de fotos...


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